Pacto en la dark web

Roberto Andrés Bernui Alvarado

Mauricio se enteró de la existencia de la dark web una noche, a los doce años, gracias a una discusión en un foro de internet en el que se compartían cómics de manera ilegal. En ese espacio, los usuarios hablaban de esa sección de la internet donde no había reglas, y se podía encontrar música y películas pirateadas, porno de todo tipo, videos snuff, experimentos en humanos y animales, peleas a muerte (como las de los antiguos gladiadores), y también contratar hackers, hitmen, comprar drogas, armas, ver secretos de Gobiernos y todo lo que uno imaginaría que solo pertenece al terreno de las películas.

Al día siguiente, en el recreo, Mauricio le contó a Lucía, su única amiga, mientras comían en una escalera, escondidos del resto del salón.
—Ah, sí, mi hermano me habló de esos sitios.
—¿Y cómo llegó ahí?
—No me dijo. Pero había una página con varios links. Uno era para comprar marihuana. Y en otro subían videos de experimentos con vagabundos.
—¿Y nada más?
—Sí, no sé. Ahora le digo que te pase el link, si quieres. Igual, qué miedo esos sitios. Oye, verdad, ¿te bajaste las canciones de ese grupo que te dije, Arctic Monkeys? Sacaron su segundo disco hace poco.

Cuando llegó a casa, lo primero que hizo Mauricio fue ir a su cuarto y encender la computadora para buscar en Google más información sobre la dark web. Mientras la máquina cargaba, escuchó la puerta de su casa cerrarse.
—¡La conchasumadre, choros de mierda! ¡Ni un mes desde la última! Era su padre. Había llegado temprano.
—Mauri, ¡llegué! Norma, ¿está listo el almuerzo?
—Sí, señor, ya estoy por servir.
—Bien. Mauri, ¡baja a comer, que ya está servido!
—Ya, ahí voy. Dame un toque.
—¿Qué haces? ¿Estás en la computadora?
Mauricio no contestó; estaba escribiendo su usuario y contraseña.
—Mauri, ¡baja de una puta vez! Se estremeció.
—Estoy bajando —dijo desde las escaleras.

—Ahora tengo que conseguir unos espejos retrovisores nuevos. Ni un mes, puta madre, por las huevas está ese cholo de seguridad ahí. Es más, seguro es la campana… En silencio, Norma le dejó su plato de lentejas con huevo y arroz.
—Norma, por milésima vez, te he dicho que me incluyas algo de carne en el plato.
—Señor, es que la seño…
—Sí, yo sé lo que te dijo mi mujer, pero eso solo aplica para ella. Y para Mauri, que ahora resulta que no le cae bien la carne. Yo sí quiero un bistec en mi plato. Luego volteó hacia Mauricio.
—¿Sabes a qué hora llega tu mamá?
—No.
—¿Tú, Norma?
—No, señor.
La expresión en la cara de su padre cambió.
—Tu madre. Tu madre, puta madre —su padre suspiró con gravedad—. Bueno, ya. Cuéntame, ¿Cómo te está yendo en el cole?
—Bien. He tenido un par de diecisietes esta semana.
—Qué bueno. ¿Y fuera de las notas? ¿Alguna chica por ahí?
—No.
—¿No te gusta alguna? ¿Y esa Lucía?
—No, nadie. Lucía es mi amiga nomás.
—Ah.
Su padre terminó su limonada en silencio.
—¿Y te metiste a fútbol este bimestre? ¿O a algún deporte?
—No. Estoy en pintura.
—¿Otra vez?
—Sí…
—Haz algo físico, pues, hijo, mírate. Cualquier chica te podría sacar la mierda. Lo único que ejercitas son los dedos de tanto huevear en la computadora.
Mauricio no respondió.
—De ahí no te quejes si te comienzan a joder más en el cole. Lo digo por tu bien. Yo sé cómo son los chicos.

—¿Tú eras así?
—¿Qué has dicho?
Su padre le buscó la mirada. Mauricio lo rehuía.
—¿Perdón?
—Nada, papá.
—Eso pensé.
Terminó su plato.
—Gracias, Norma. Gracias, papá —dijo, mientras se paraba de la mesa del comedor.
—Espera. Ven.
Se acercó. Su padre le dio un beso en la cabeza.
—Anda a hacer tareas. Nada de computadora hasta que termines.
—Está bien.
—Y nada de mirar cosas raras.

Mauricio encontró que podía ingresar a la dark web con un browser distinto de Internet Explorer y algo llamado VPN, una red privada que enmascaraba su ubicación para mantenerlo seguro. Cerca de las seis, una hora después del lonche habitual en su casa (que tomó solo, porque su padre le dijo que no tenía hambre), decidió llevar su plan a la acción: instaló el nuevo browser, la VPN, y entró al link que le pasó Lucía, gracias a su hermano. Con esto, tenía todo para entrar. Estaba listo. Presionó Enter. La página parecía una reliquia de la época de Geocities. Diseño básico, como hecho en Microsoft FrontPage: una página de fondo negro con un listado de hipervínculos, pero no categorizados. No sabía por dónde comenzar. Hasta que encontró un link que decía: «Need guidance? Click here to chat with one of our Wizard Bots». Se paró para cerrar la puerta de su cuarto. Luego volvió a su sitio y entró. Al mismo
tiempo, escuchó a su madre llegar a casa.

[TabrisBot666] Hello. Who am I talking to?

Su padre bajó las escaleras.
—¿No te da vergüenza, Alicia?
—Qué exagerado eres. Son las cinco, ¿qué te pasa?
—Son las seis, pero ese no es el tema. ¿Dónde has estado?
—Trabajando, pues.

—No me mientas. Llamé a tu oficina y me dijeron que pediste la tarde libre.
—Y aquí estoy, pues, libre.
—Apestas a ron. Puta madre, Alicia.
Mauricio suspiró.
—Oye, no me jodas, Ramón, tú tienes una chela en la mano.
Comenzó a tipear. El sonido de las teclas, por momentos, vencía al ruido que hacían
sus padres.

[Mau2007] hi, i’m just looking around
[Mau2007] i’ve heard a lot about this place
[Mau2007] so i wanted to see what this is all about
[Mau2007] maybe i can find something cool or useful here
[TabrisBot666] “Cool or useful”, you say?
[TabrisBot666] I’m not sure if this is the right place for you.
[TabrisBot666] How old are you?

—Ya, ya, ya, ya basta con las interrogaciones, qué pesado, mierda. Fueron unos tragos con la gente de la chamba, nada más.
—Esa ya me la has hecho antes, ¿o crees que soy imbécil?
—Estás actuando como uno. ¡Oye!
Se escuchó caer al piso una silla.

[Mau2007] i’m 12
[TabrisBot666] I see. A kid, still.
[Mau2007] i’m not a kid
[TabrisBot666] Aren’t you?
[Mau2007] i’m not
[TabrisBot666] Very well, then.

—No me jodas, Alicia. No de nuevo. ¿Has estado viendo a ese mocoso otra vez?
—Puta madre, Ramón, fue hace años esa huevada.

[Mau2007] who are you anyway?
[TabrisBot666] I’m a guide. You can ask me what you wish to find, and I’ll try my best to
help you.

[Mau2007] mm ok
[Mau2007] you’re a bot rigt?
[TabrisBot666] What is a “bot rigt”?

—Contéstame, mierda.
—Suéltame, carajo, ¡suéltame!

[Mau2007] guess you really are one
[Mau2007] i might have to leave in a while
[Mau2007] got a situation at home
[TabrisBot666] No problem. You can leave anytime.
[TabrisBot666] Or you can try me.
[TabrisBot666] Or you can try me.

—Dime, pues, mierda, dime. Lo sigues viendo, ¿no?

[TabrisBot666] What do you wish to find?
[Mau2007] can you give me some options?

—Ay, por favor, ¿a ti desde cuándo te importa lo qué hago? Solo porque tus amigos te dijeron que…
Desde el segundo piso, Mauricio pudo escuchar la mano de su padre.

[TabrisBot666] Weapons.
[Mau2007] no

—Vuelve a tocarme, infeliz. A ver, vuelve a tocarme. ¿Qué vas a hacer?
—¡Largarme! ¡A tirar! ¡Largarme de una vez de esta mierda!

[TabrisBot666] Pornography.
[Mau2007] no

—¡Lárgate, pues! Mira cómo me tratas, nomás. Cómo tratas a Mauricio. ¿Crees que no me doy cuenta? Hace tiempo que estás harto de nosotros.
—¿Qué «nosotros?» ¡Si nunca estás en casa! ¿Cómo vas a saber?

[TabrisBot666] Drugs and other materials.
[Mau2007] no

—¡Alguien tiene que poner pan sobre la mesa! Tú con tu chamba no haces ni un sol…

[TabrisBot666] Credit card information.
[Mau2007] no

—Por eso es, ¿no? Por eso les abres las patas a otros. No me ves como un hombre desde hace tiempo.

[TabrisBot666] New identities.
[Mau2007] no, i don’t want any of that
[TabrisBot666] How about a magic wish?
[Mau2007] lol
[Mau2007] i could go for a magic wish right now
[TabrisBot666] What would it be?

—Una puta de esposa y un chibolo maricón, ¡carajo! ¿Qué hice mal? ¿Cómo acabé tan cagado?

[Mau2007] for my parents to drop dead

—No le digas así a nuestro hijo. No voy a permitírtelo, infeliz.
—Cállate la boca, mierda. No te vengas a hacer la loca acá. Tú también has visto su
historial en internet.

[TabrisBot666] Alright then.
[TabrisBot666] We take Bitcoins.

—Se acabó, Ramón. Se acabó. No puedo más.

Después de lo que parecieron horas de pelea, hubo un momento de silencio en toda la casa.

[Mau2007] lol i wish i could pay you
[Mau2007] but i don’t have any money

—Eres un maldito. Y seguro que Mauricio se ha ganado con todo desde arriba. Debe de haber escuchado todo.

[TabrisBot666] I see.

—Mejor. Que se entere de quién es su madre. Y que se deje de huevadas de una vez.

[TabrisBot666] Maybe we can take something in exchange.

—Basta. Estás loco, Ramón. Me has pegado. Ya te cagaste. Ahora sí.

[Mau2007] like what
[TabrisBot666] Like some of their organs.
[TabrisBot666] Their vocal cords and tongues, to be precise.

—Ahora sí que no me voy a callar. Voy a llamar al Serenazgo. Y nos vamos a ir a la comisaría. Ya te cagaste.

[Mau2007] what
[Mau2007] that's fucked up

—Dame el teléfono. ¡Dame el teléfono, mierda!

[Mau2007] although maybe then
[Mau2007] they would finally shut up

—¡SUÉLTAME!

[TabrisBot666] Is it a deal, then?

—¡CÁLLATE, MIERDA!

[Mau2007] god please
[Mau2007] just do

—¡QUE ME SUELTES! ¡MAURICIO!

[TabrisBot666] Excelente. Es un trato.

En ese instante, Mauricio escuchó la casa entera retumbar, como si un trueno hubiera colisionado directamente contra ella. Las luces convulsionaban con el remezón; las ventanas y las puertas se agitaban en su sitio, como buscando escaparse; cuadros, cristales y otros sólidos caían al piso, haciéndose añicos entre gritos que no reconocía. Mauricio estaba en medio de un terremoto que parecía tener su epicentro en el primer piso y, por más de que su cuerpo se lo rogaba, no podía moverse de su sitio. Hasta que paró. No supo cuánto tiempo pasó hasta que pudo pararse de su silla. Giró la perilla y abrió la puerta por completo. Comenzó a bajar. Procuró no romper el hechizo del silencio en cada escalón que pisaba. Conforme se acercaba al primer piso, le pareció escuchar unos sonidos ahogados que venían de la cocina. No los identificó. Se detuvo a la mitad de la escalera. Asomó su cabeza. Ni una luz prendida. Como si sus padres hubieran estado peleando todo ese tiempo a oscuras. Mauricio cerró ligeramente sus ojos para ver si detectaba alguna forma en las sombras.
—¡NO BAJES, HIJO!
La voz deformada de su padre le atravesó el pecho y Mauricio voló hasta su cuarto y, después de dos intentos, pudo cerrar la puerta con pestillo. Todavía temblando, se acercó al teléfono fijo que estaba al costado de la computadora. Cuando estaba entrando a Google para buscar el número del Serenazgo, notó que había un último mensaje en el chat.

M
M

Roberto Andrés Bernui Alvarado

Bachiller en Ingeniería Industrial de la Universidad de Lima, donde participó en el Taller de Narrativa y fue miembro del comité de la revista Un vicio absurdo. Obtuvo el segundo puesto en los Juegos Florales 2009, categoría Cuento. Ha publicado dos poemarios: Museo de quimeras (2019) y Viraje (2022). Actualmente trabaja en la industria bancaria y se encuentra en proceso de presentación de su tesis, el libro de cuentos de terror Pesadillas urbanas.

maestria.escrituracreativa@pucp.edu.pe
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