Escribir después del silencio

Una visita al I Encuentro de Estudiantes Hispanohablantes de Escrituras Creativas y Creación Literaria en la ciudad de Bogotá.

Por: Mario Gaviria
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Una mañana de septiembre del 2022, llegué a Bogotá para participar en “Volver del Silencio” , el I Encuentro de Estudiantes Hispanohablantes de Escrituras Creativas y Creación Literaria. Durante una semana, los participantes nos reunimos para realizar diferentes actividades organizadas alrededor de una pregunta: ¿cómo se enseña a escribir en la región?

La idea del encuentro surgió de los alumnos de la Maestría en Escritura Creativa de la Universidad Nacional de Colombia, quienes planeaban organizarlo en el 2020, pero la pandemia del COVID-19 no lo permitió. Se reprogramó para el 2022 con actividades presenciales y virtuales. 

Durante esos cuatro días en Colombia, conversé con docentes y estudiantes, quienes me ofrecieron un panorama de cómo se aborda actualmente la creación literaria en los programas y maestrías.  

Sumergirse en la escritura

Blanca Nury es estudiante del Máster en Creación Literaria de la Universidad Central (Bogotá). Esta maestría pone el énfasis en cuatro temas: narrativa, poesía, literatura infantil y ensayo. Al margen de estos tópicos, está diseñada para incentivar la escritura desde la lectura y el análisis, lo que implica estudiar literatura clásica y contemporánea.

En todos los cursos se realizan ejercicios de escritura con el fin de «perfeccionar el estilo, incentivar la ensoñación y la imaginación», dice Nury. El objetivo principal de alrededor del 80 % del alumnado es escribir libros y publicarlos. Pero también tienen otras metas dentro del circuito literario. Ella, por ejemplo, además de sus proyectos de creación, planea crear una editorial para literatura experimental que muestre trabajos de autores emergentes.

Espacio de comunidad

Giuseppe Caputo, graduado en Escritura Creativa en la Universidad de Nueva York y la Universidad de Iowa, es docente y coordinador académico de la Maestría en Escritura Creativa del Instituto Caro y Cuervo (Bogotá). Él entiende la enseñanza de la escritura como una posibilidad para apelar a la generosidad. «Pido a los estudiantes que, cuando lean los textos de sus compañeros, vean más allá del gusto personal y hagan sus comentarios tratando de entender el deseo y la propuesta estética de cada uno», dice. La empatía puesta al servicio de la creación en un espacio de comunidad. En un principio, se propone una dinámica grupal de la que todos pueden verse beneficiados, tanto al recibir comentarios como al aprender a señalar aspectos que podrían mejorar en un texto ajeno. 

Además, la maestría a su cargo tiene un enfoque abarcador. No solo se concentra en promover que sus alumnos escriban libros, sino que también hay una mirada hacia el mundo laboral desde la industria editorial, cultural y digital. Aunque el proceso editorial sea largo, de los dos primeros grupos del programa, diez estudiantes ya han publicado libros o sus textos forman parte de alguna antología. También por lo menos la mitad de los estudiantes están trabajando en campos relacionados con la escritura, principalmente, como docentes en talleres, universidades, colegios o espacios culturales.

La teoría a favor de la práctica

Fernando Mora es coordinador de la Maestría en Escrituras Creativas de la Universidad EAFIT (Medellín). El programa brinda la posibilidad de ingresar con un proyecto preexistente, una idea ya sea para una historieta, una novela gráfica, un guión, historieta, una novela gráfica, un guión, Para quienes coordinan la Maestría, es valioso incluir propuestas experimentales y valorarlas como tales. También se ofrecen cursos obligatorios para conocer las poéticas de la narración, de la lírica y de géneros contemporáneos, y nutrir los proyectos según las necesidades de los alumnos. 

Entre los estudiantes hay un interés permanente por producir obras para publicar. El deseo es tan fuerte que, pese a que para graduarse solo es necesario haber avanzado el 60 % del proyecto, la mayoría culmina su novela o libro de relatos o de poemas. Para apoyar estos objetivos, la Universidad cuenta con un fondo editorial al que se envían las obras consideradas meritorias por los jurados. Editoriales como Planeta, Langosta y Tragaluz también han sido muy receptivas con las obras de los graduados.

Además de la formación teórica, en el programa se valora mucho la pasión que un profesor muestra a la hora de dictar un curso o un taller. El programa busca docentes que no sean solamente académicos, sino que dediquen su vida a escribir. Los estudiantes aprecian a aquellos profesores que comunican sus pasiones, búsquedas y experiencias, pero que no influyen directamente en su estilo. 

Voces poéticas

Luis Luna es poeta y uno de los coordinadores y docentes de la Maestría en Poesía de la Escuela de Escritores de Madrid. Este máster dura un año y es casi completamente virtual. Su metodología consiste en realizar talleres en los que se producen poemas. El objetivo es que el alumnado termine dando pie a su propia voz. Además, priorizan la independencia de los estudiantes; «No creamos discípulos», dice Luna. Las dinámicas son grupales, pero la búsqueda es personal. 

Las reflexiones sobre los mecanismos de escritura se combinan con herramientas teóricas para conocer en profundidad la poesía de todos los tiempos y lugares. Algunos de los cursos son Poesía Africana y Poesía Árabe, que están a cargo de docentes especializados. El objetivo final de la maestría es culminar un libro de poemas y continuar con los otros procesos editoriales: publicación, comunicación con el público, participación en festivales, recitales, etcétera. 

Para esta maestría, Luis desarrolló un método mediante el cual se enseñan técnicas relacionadas con el ritmo, la metáfora y la estructura del poema. Esta base teórica, con insumos clásicos y modernos, complementa la búsqueda de la voz poética de cada estudiante.

Escritura integral

Ana María Suárez es estudiante de pregrado de la carrera de Creación Literaria en la Universidad Central (Bogotá). Ha publicado en revistas de su propia casa de estudios y de la Universidad Libre, y actualmente lidera el Laboratorio de Escritura Expandida. Ella define la apuesta pedagógica de la carrera como una de «escritura integral», que combina el estudio histórico literario, los recursos lingüísticos y el taller de creación.

La propuesta brinda las herramientas básicas para trabajar en tres grandes géneros: narrativa, poesía y ensayo. A partir de ahí, los estudiantes desarrollan su propio estilo y arte poética. Aunque los procesos son individuales, el plan de estudios transversal es lo suficientemente nutrido como para darles una misma base de procedimientos. También es importante el acompañamiento de los docentes en la tarea de indagar en diferentes áreas de la creación literaria y que cada estudiante descubra sus verdaderas pasiones. A pesar de que el énfasis está puesto en las formas literarias tradicionales, Suárez señala que existen espacios para explorar el microrrelato, la poesía expandida, el guión y la literatura infantil. 

Entre los alumnos existe el deseo de escribir y pensar en la publicación. Además, reciben preparación profesional para adaptarse a múltiples áreas de la comunicación escrita: corrección de estilo, edición editorial, redacción publicitaria o corporativa, docencia, curaduría textual, periodismo y otras. El perfil del estudiante se nutre de otras disciplinas que dialogan con la escritura, como la fotografía, el diseño, la ilustración, la música, la pintura, la gestión cultural, etcétera.

Educación y creación

Miguel Castillo es graduado de la Maestría en Escrituras Creativas de la Universidad Nacional de Colombia (Bogotá). El estudiante debe llegar a este programa con un proyecto o una idea de proyecto. Luego, esta propuesta se desarrolla durante cuatro semestres, en el marco de una dinámica de taller en la que se discuten los proyectos editoriales. Para complementar este espacio, se imparten cursos sobre teorías de escritura y estructuras narrativas o dramatúrgicas, que ayudan a nutrir los proyectos de cada estudiante.

El énfasis de la Maestría está puesto en la narrativa, la poesía, la dramaturgia y el guion cinematográfico. Hasta la fecha, la mayoría de los proyectos suelen ser de narrativa, aunque los de poesía han aumentado en los últimos años. Los proyectos teatrales todavía son escasos como consecuencia de la pandemia. 

En este momento, los estudiantes del programa buscan contar con una obra que les permita participar en concursos literarios o iniciar un proyecto editorial. Esto difiere de las primeras promociones, que buscaban directamente que sus trabajos fueran publicados en editoriales reconocidas. También hay una necesidad de los estudiantes por enseñar. Castillo cuenta que, aunque disfruta mucho escribir, siempre ha tenido claro que quiere ser profesor de creación literaria. Sin embargo, considera que el campo de la pedagogía aún no está lo suficientemente desarrollado en la Maestría, y espera que se impulse más adelante. «Muchos somos conscientes de este impulso y deseamos enseñar creación literaria», señala Castillo. 

Esta última frase del entrevistado propone una mirada pedagógica que vaya más allá de la escritura y que, de una u otra forma, todas las personas con las que pude conversar comparten. En un encuentro enfocado en las formas de enseñar, es fundamental que quienes escribimos también reflexionemos sobre cómo transmitir conocimientos y herramientas sobre este oficio. Luego de este periodo de crisis y encierro, es vital encontrar nuevos caminos dentro de la creación literaria. Salir del silencio de la pandemia y empezar a construir nuevos espacios para la escritura.

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