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Katya Adaui

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Cuando escribimos, entrenamos nuestra empatía, creamos otras vidas, y nuestros personajes deberían poder sostener su dignidad.

Yo escogería estos dos textos por sus revelaciones, porque nos dejan el alma pensativa y el corazón alerta. Al terminar de leerlos, por alguna luz no tan secreta, nos hacen desear escribir. 

Ante el dolor de los demás, de Susan Sontag

Los ensayos nos hacen reflexionar y, a diferencia de los textos de ficción, tienen que ser trabajados con otra forma de distancia y compromiso. Sontag conoce bien su tema. La capacidad del ser humano para convertirse en vileza, hacer la guerra, destruir. A lo largo de la historia, hemos inventado los métodos más crueles de tortura para hacer que el otro traicione y denuncie incluso a sus seres queridos, sus hijos, sus padres, sus vecinos. Hemos castigado el alma y el cuerpo, hemos acumulado y nos hemos expuesto a estas imágenes de guerra, aunque ya no nos digan nada. Bosnia, Camboya, África, Sontag ha recorrido tierra arrasada para entender las dimensiones del horror. Postula que podemos llegar a acostumbrarnos a estas imágenes, a anestesiarnos y no reaccionar. Es un libro atemporal; alguien siempre está haciéndole la guerra a otro, por religión, territorio o dinero. Pensar la rabia, la cuestión víctima-victimario, la decencia, los movimientos geopolíticos, las alianzas infames. Porque cuando escribimos, entrenamos nuestra empatía, creamos otras vidas, y nuestros personajes deberían poder sostener su dignidad. 

Montacerdos, de Cronwell Jara

Como poeta: el lenguaje subvertido y alocado; como narrador: la tristeza digna que emana. El autor partió de su propia experiencia para crear la historia de una familia que vive en una barriada del Rímac intentando sobreponerse a sus circunstancias. Yococo y su hermana, de arriba para abajo, contra la indiferencia de un sistema que los excluye cada día de sus vidas. Y, sin embargo, algunos instantes de gracia que nos sobreponen. Una historia vigente en un país con un sistema de salud pública precario, al que casi nunca se accede a tiempo. ¿Cómo se deja de ser pobre? ¿Cómo se sobrevive sin alivio porque la salud mental es impagable? ¿Cómo escribo de lo que conozco, de lo que soy testigo, pero sin que esta historia solo se trate de mí?  Cronwell Jara le dio al Perú y a Latinoamérica la posibilidad de mirarse a la cara; debajo de todo el maquillaje, había pus.

Katya Adaui (Lima, 1977)

Finalista del Premio de Narrativa Breve Ribera del Duero 2024 por Un nombre para tu isla, que será publicado en 2025 por Páginas de Espuma. Autora de los libros de cuentos Geografía de la oscuridad (Premio Nacional de Literatura 2023 del Perú), Aquí hay icebergs (traducido al inglés por Charco Press) y Algo se nos ha escapado. Y de las novelas Quiénes somos ahora (Mapa de las Lenguas, 2023) y Nunca sabré lo que entiendo. También es autora de cuatro libros infantiles, entre ellos Otra cosa (Premio White Ravens 2023 y Premio Fundación Cuatrogatos 2023; traducido al portugués). Vive en Buenos Aires, donde dicta talleres, entre ellos el de Narrativa en la carrera de Artes de la Escritura de la Universidad Nacional de las Artes (UNA).

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