Laboratorio de Textos

Cuaderno de Ciencias N.° 8

Por Mayu Adrianzén

[ 8.1, Cuaderno de Ciencias]

La niña clava los ojos en el objetivo de la cámara

A su lado, una torta de cumpleaños y, en su cabeza, un gorro con plumas de papel crepé

Amarillas

Un fotógrafo, que los testigos refieren que es el padre de la niña, ubicado a 260 centímetros de distancia,

observa desde el visor de la cámara, retrocede un paso,

acciona el obturador Dispara luz

¡Flashhhhhhhh!

El primer destello tarda 10 043 billonésimas de segundo en colisionar contra los ojos de la niña

Y penetrarlos

Y en ese instante, un número no determinado de moléculas de

sales de bromuro de plata son cortadas por la luz y, en su camino dibujan

en la piel virgen un cuerpo agonizante

Es una imagen oculta,

latente, que permanece atrapada

en una delgadísima capa de emulsión sensible

frágil suspendida

El padre intenta girar la palanca de arrastre no avanza, rebobina el carrete, esa fue

la última fotografía

La madre se aleja, presiona el interruptor eléctrico,

la luz que emana de las bombillas incandescentes permanece por

segundos

antes de que la escena se transforme en

ausencia en sombra Gris

Y en la oscuridad,

a 107 pulsaciones por minuto, el corazón de la niña

late

La niña llevó mi nombre

Su corazón tardó 40 años en morir;

sus óvulos, 44; su intestino, 16; su grasa, 8 El rojo de su sangre, 4 meses

su garganta, 40 días; la superficie de su piel, 16; sus alveolos, 8

Ya nada de ese cuerpo insepulto

continúa

Ni los músculos ni los huesos ni los labios

Las células que tuvieron vida en ese infinito que duró

10 043 × 10-12 segundos no están,

se fueron cayendo, se perdieron o fueron devoradas por rapiña errante

Fui el caníbal de esa niña Comí lo muerto

y nuevas células nacieron

y se fueron trenzando con otras en todos los órganos

en todos los pliegues y murieron

y nacieron

cada una a su ritmo según donde habitaron y nacieron

y murieron

Hasta convertir el cuerpo en otro cuerpo

y en otro

[Heráclito es un biólogo que mira a través de un microscopio una muestra de tejido humano]

La niña de la foto cumple 8 años

Tan solo perduran, en el interior de mis ojos, dos círculos minúsculos

cristalinos

los núcleos más profundos de esos círculos, antes incoloros y ahora

Amarillos

son lo único que permanece del cuerpo de esa niña

son el centro por el que penetró

la luz

¡Flashhhhhhhh!

son el centro por el que penetra

la luz

la niña se fue su padre se fue su madre se fue

y el cuerpo que ahora soy también

se irá

Las velas están encendidas

Lo único constante en el universo

es la velocidad de la luz

en el vacío

[ 8.7, Y/O ]

Soy la uva que entra en tu boca. La lengua que la aprisiona, el jugo que se desliza, el azúcar de ese jugo. La gota que cae sobre la mesa. La ley de gravedad. Soy la mesa, la casa, el cimiento. La pared, el clavo, el cuadro falsificado, el cuadro original. Soy el jardín de las delicias. El paraíso. El purgatorio. El infierno. Soy la oreja, el cuchillo, el cuerpo mutilado. El hombre con cabeza de pájaro. El pájaro con cabeza de hombre. La manzana que flota, la manzana que se hunde. Soy Adán y Eva. Soy Dios. El color rosado de la túnica de Dios. Y el rojo, y el celeste, y el verde, y el amarillo. Soy la pintura y el pincel, las cerdas del pincel. La mano que lo sostiene, y el movimiento que da origen a la forma. Soy la forma. Soy El Bosco. Soy la luz. Soy la sombra. Soy los ojos que miran, los de antes, los de ahora, los de después. Los que aún no han nacido y los ojos podridos de los muertos. Y los de los ciegos. Y los de los locos que ven visiones. Y los de los cuerdos empecinados en solo mirar lo que juran que es verdadero. Soy el agua dibujada, el agua representada, el agua hablada, el agua que no moja. Y el agua que solo es agua y te da vida y te ahoga. Soy el agua que bebe la niña. Los huesos de la niña, la sangre de la niña, las tripas de la niña. Soy la niña, soy su sed. Soy la madre que se traga a la niña, el colmillo, la mordida, el veneno. Soy el cazador y la presa. La espera, el salto. El instante del encuentro. Soy el espacio y el tiempo. El Big Bang. El primer y el último átomo. Soy E=mc2 y lo que jamás será relativo porque es dogma incuestionable.

Soy Beatriz. Soy Dante. Soy Antonio. Soy César. Soy la hija. Soy mamá.

El objeto y el sujeto.

El verbo, el predicado, el pronombre, el adverbio. La Y. La O. La O y/o la Y, sin importar el orden.

Soy todas las frases que contengan conjunciones, y las que no las tienen porque no conectan nada. Soy una oración que se lee al revés y al derecho. Capicúa. Soy el silencio y las letras del abecedario,

las palabras que existen y las que aún

no han sido pronunciadas

Mayu Adrianzén (Lima 1974)

Lee libros de historia y de ciencia desde que tiene memoria, pero cuando le tocó escoger, optó por la ficción. Desde hace más de veinte años, se dedica a hacer series y películas; a veces las produce, otras las escribe o las dirige. Nunca he escrito nada que haya sido impreso sobre un papel, salvo guiones y planes de rodaje. Estudió en la Universidad de Lima, en la Universidad Autónoma de Barcelona y en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de Cuba.

Atesoro cachivaches, los propios y los de quienes me rodean. 

Cuando alguien crece o muere, recojo sus despojos… y tengo tantos, 

que yo y mi familia –los que aún quedamos vivos y enteros– ya no entramos en la casa.

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